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Conclusiones del último congreso mundial de forestación organizado por la FAO en buenos aires

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Más de 7.000 participantes de 100 países asistieron del 19 al 23 de octubre al Congreso Forestal Mundial organizado por la FAO y el WWF (World Wide Fund) realizado en Buenos Aires.
Fue inaugurado por el jefe de Gabinete del gobierno argentino, Aníbal Fernández, el director general de la FAO, Jacques Diouf, el viceministro del Servicio Forestal de Canadá, Jim Farrel, el ministro de la Administración Forestal de China, Jia Zhibang, y el representante de los pueblos indígenas de la región amazónica, Euclides Pereira.
La importancia del congreso se reflejó también en la presencia del ministro de Agricultura de Chile, de un representante del primer ministro de Alemania, del ministro de Medio Ambiente de Costa Rica, del jefe del Servicio Forestal de los Estados Unidos, del Servicio Forestal de Rusia, del presidente de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal y la exhibición de una presentación del príncipe Carlos del Reino Unido.
Representaron a la Argentina el vicepresidente del Senasa, Carlos Paz, y el secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, Homero Bibiloni.
Se realizaron eventos en los que se presentaron experiencias de investigación y desarrollo en numerosas regiones de distintos países del mundo, en particular de la cuenca amazónica y del Congo, y de muchos países asiáticos, de Sudamérica, Norteamérica y el Caribe. Sin embargo no hubo presentaciones de China ni de la India, como nuevas potencias forestales.
Al Congreso asistieron numerosas organizaciones privadas de negocios y de protección del bosque y el medio ambiente. Se presentaron numerosos stands de organizaciones forestales de varios países y en particular de la FAO, el INTA, la Asociación Forestal Argentina y las provincias del Chaco y Misiones, Formosa, Salta y Corrientes. Entre los numerosos oradores expusieron representantes del Banco Mundial.
Es importante señalar que desde la reunión sobre el Cambio Climático realizada por las Naciones Unidas y la aprobación del Protocolo de Kyoto no ha habido avances en cuanto al freno a la deforestación.
Entonces, se analizó que la deforestación y la degradación del bosque constituyen la causa de alrededor del 20% de las emisiones anuales de gases causantes del efecto invernadero. Esta cantidad supera las emisiones provenientes de todo el sistema de transporte del mundo. Cuando los bosques se destruyen o se talan, la madera quemada o en descomposición libera el carbono almacenado en los árboles en forma de dióxido de carbono, aumentando los niveles de este gas en la atmósfera.
Cuando se eliminan los árboles, la Tierra pierde un recurso valioso que absorbía continuamente el dióxido de carbono de la atmósfera.
Estudios recientes determinaron que los bosques absorben unos 5.000 millones de toneladas de dióxido de carbono de los 32.000 millones que se emiten anualmente como resultado de las actividades humanas ligadas a la industria.
Es por esto que la pérdida de un bosque supone una doble pérdida: un ecosistema que absorbe gases causantes del efecto invernadero y, también, la capacidad de almacenamiento de carbono de los árboles.
El Congreso se reunía en un marco de continuas advertencias y voces de alerta mundial sobre la permanente deforestación de los bosques naturales y, en particular, de la región del Amazonas y de la cuenca del río Congo, en África, además de las deforestaciones ocasionadas por el avance de la soja y la palma en zonas de Sudamérica y de Asia y la competencia sobre el territorio por el crecimiento demográfico y la pobreza.
Esta situación se vio reflejada en la numerosa participación, destacándose las de todos los países de América y el Caribe, muchos países de África y del Asia sudoriental. La mayor participación fue de nuestro país, de universidades, instituciones privadas y oficiales, en particular de las provincias forestales. No fue sin embargo muy numerosa la delegación de Brasil.
Las conferencias en los capítulos principales del congreso señalaban la importancia de los problemas de los diferentes ecosistemas del bosque natural y de la forestación plantada en las distintas regiones del planeta, en particular en la zona tropical y subtropical.
Se abordaron en total más de 200 temas en los cinco días de evento. Algunos temas por su importancia, como biocombustibles, bioenergía y el bosque, fueron analizados en un foro que reunió a 1.550 asistentes. El nombre de las salas indicaba las especies arbóreas de Argentina más tradicionales, que curiosamente conforman aquellas especies en paulatina liquidación en nuestro país: aguaribay, algarrobo, quebracho y lapacho, entre otras. No hubo presentaciones de Argentina sobre esas especies y lo más llamativo es que no existieron ponencias sobre el estado del bosque argentino, pese a que existen muchas incógnitas sobre este tema.

ENERGÍA

Este tema fue analizado en un foro al que asistieron 1.600 participantes que colmaron el salón principal del predio de la Sociedad Rural. El tema de la relación entre el bosque y la energía nace por el problema de relación entre las necesidades energéticas de la comunidad y el daño que provoque el manejo del recurso.

Muchos organismos se manifestaron en contra de la producción de etanol con maíz por cuanto ataca a la industria alimenticia. Economista del Departamento de Bosques de la FAO disertaron sobre las tendencias y panorama del desarrollo de bioenergéticos en el sector forestal.
Se preguntó qué significa la producción de biocombustibles a partir de la biomasa. Afirmó que la principal determinación de la disponibilidad de la energía de este origen es el costo de los alimentos respecto de la madera. Otro es la distancia, el costo del procesamiento por el gran volumen a procesar y el valor de los agroquímicos para el procesamiento. La factibilidad del uso de la madera depende de los costos que se involucran en la producción con fines energéticos.Las tendencias en la provisión de bioenergía indican que desde los años 70 el principal uso de la biomasa sólida ha sido destinada a la producción de calor.
El porcentaje utilizado ha sido un 10% del total de recursos energéticos. Pero la diferencia fundamental es que esta relación crece mucho más en los países pobres.

Cero deforestación para el 2020: ¿Utopía o realidad?

Una de las sesiones más esperadas fue la presentación presidida por Gerald Steindlegger del World Wildlife Fund.

También la presentación de la representante de la FAO Mette Loyche Wilkie, que sintetizó el trabajo que hace la entidad y que actualiza cada 5 años.

En esta sesión se presentaron investigaciones realizadas en Indonesia, en Ruanda, y métodos de trabajo mediante GPS para analizar la deforestación. Uno de ellos, a cargo de Valery Robiglio de FAO, explicó la relación entre conservacionismo y biodiversidad como dos necesidades del mundo actual y los métodos para medir la fragmentación del bosque y cómo afecta ésta a la biodiversidad.

El trabajo presentado por el equipo de la FAO evalúa los estudios de los recursos forestales cuyos resultados finales se conocerán en el año 2010. Comenzó afirmando categóricamente que la deforestación cero para el 2020 es una utopía teniendo en cuenta la demanda de tierras para los cultivos, para la construcción de rutas y otros destinos que llevan a la deforestación. “Ésta continúa a una tasa alarmante”, aseguró.

“Se han plantado nuevos bosques, pero hay una pérdida neta. Seguimos perdiendo una superficie igual a la de Panamá por día. Las pérdidas más importantes están en África y Sudamérica; en América del Norte hay una pérdida pequeña mientras que en Asia hay una leve ganancia”, confió en una de sus ponencias. Un estudio sobre 30 países que poseen el 80% de la masa boscosa indica que para el 2020 habrá pérdidas netas.

En África siete países perdieron unas 200.000 hectáreas entre el 2000 y el 2005. La explotación de la madera significó pobreza y lo más grave es que ahora se estaría acelerando la deforestación.
Las causas de la deforestación en África son el aumento de la población y el reemplazo por agricultura y biocombustibles. En la región Asia Pacífico hay en el último período analizado una ganancia neta y hay prácticas más sustentables. Sudamérica es un área de pérdida neta principalmente por el desmonte para agricultura y otros cultivos.

A nivel global entre 1990 y el 2030 se habrá disminuido de 4.100 millones de hectáreas a 3.850 millones.

Según la FAO el hambre supera ya a los mil millones de personas y se requiere duplicar la cantidad de alimentos para el año 2050.

La mayor superficie será destinada a producir alimentos y ello atenta contra los bosques. Una de las alternativas para disminuir la deforestación es que cambie el signo de las últimas décadas y que aumente la población rural a expensas de la urbana.

Es hora de actuar
En las últimas cuatro décadas, sólo en Brasil la Amazonia ha perdido unos 700.000 km2 de su superficie, un área más grande que toda Francia.Las causas de la deforestación en la Amazonia son diversas, pero el punto de partida en la mayoría de los casos es la tala ilegal.
La explotación forestal abre grandes áreas de bosque primario en busca de maderas de alto valor comercial, degradando el bosque y dejando atrás una red de caminos que permiten el acceso a invasores con títulos de propiedad falsos que queman los árboles restantes para limpiar el terreno. En otros casos los colonos llegan primero, demarcan la tierra y financian sus nuevas explotaciones agrícolas vendiendo la madera comercial a las empresas madereras.
En estos casos son los beneficios económicos de la actividad forestal ilegal los que permiten a los colonos establecerse en sus nuevas propiedades. Según estimaciones del gobierno federal brasileño, más del 90% de la madera procedente de la Amazonia se tala con métodos no sostenibles y tiene un origen ilegal. En el Congreso Forestal Mundial no se presentó un informe particular sobre la situación actual de la región. Sin embargo, se destacó la presencia de la presidenta de la Asociación Brasileña de la Celulosa y el Papel, Elizabeth de Carvalhaes. En su alocución dijo que Brasil hace un uso eficiente de sus plantaciones para producir celulosa y restaurar la forestación. Obvio.

LA REGIóN DEL AMAZONAs
La Amazonia es el mayor bosque primario que queda en la Tierra. Contiene la mayor biodiversidad del planeta, con el 50% de todas las especies de animales terrestres y plantas, que dependen de ella para sobrevivir. Veinte millones de personas, incluyendo numerosas poblaciones indígenas, habitan en la Amazonia. ¿Qué está en juego?
Aunque la mayor parte de la Selva Amazónica se encuentra dentro de las fronteras brasileñas, esta selva tropical primaria se extiende por países como Guayana, Venezuela, Colombia, Surinam, Guayana Francesa, Ecuador, Perú y Bolivia. El bosque tropical más grande del mundo, la Selva Amazónica, es tan grande como Europa Occidental o la totalidad de EE. UU.
Los científicos afirman que es el ecosistema con más biodiversidad de toda la Tierra, manteniendo alrededor de 60.000 especies de plantas, 1.000 especies de pájaros y más de 300 especies de mamíferos, entre ellos el jaguar. Sólo en Brasil, la Selva Amazónica es también el hogar de 20 millones de personas. Estas comunidades dependen del bosque para vivir. La selva les proporciona todo, desde comida y resguardo a herramientas y medicinas.

Fuente: Río Negro On Line

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