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El nuevo tratado del clima se atrasa a finales del 2010

La conferencia internacional de Barcelona concluye con escasos progresos.
Finalmente, lo que decidan un puñado de senadores del Medio Oeste de Estados Unidos tendrá tanta importancia para el clima como la opinión de todos los restantes países del mundo. Así están las cosas. La cumbre sobre cambio climático de Barcelona concluyó ayer con un sentimiento de frustración al constatarse, al certificarse, que la conferencia de Copenhague no podrá alumbrar el próximo mes un tratado completo que ayude a combatir el calentamiento global. No será una cita en balde, puesto que muchos aspectos técnicos ya se han pactado o casi, pero probablemente habrá que esperar a diciembre del 2010, en México, para el tratado definitivo.
La reunión danesa concluirá en el mejor de los casos con una declaración política vinculante en la que figurarán, pero solo en los anexos, los objetivos esenciales: la reducción de emisiones de dióxido de carbono y la financiación para los países en desarrollo. El Tercer Mundo difícilmente aceptará más rebajas, por lo que lo más seguro es que aparezca algún tipo de «rango» o «abanico» país por país, en función de las emisiones actuales e históricas. Con posterioridad, la declaración se someterá a un proceso similar al que se sigue en España con las leyes: primero se aprueban y luego es necesario un reglamento para desarrollarlas.
«Una de las cosas esenciales de Barcelona es que, por primera vez, se ha aceptado que todos los países, incluidas las potencias en desarrollo, tienen que hacer algo», dijo un delegado. Ese «algo» supone también someterse a controles que verifiquen sus emisiones. Parece poco, pero no lo es.

ELLOS PAGAN
Sin EEUU nunca se podrá hablar de un tratado ambicioso porque es justamente la gran potencia quien debe suministrar buena parte, más del 40%, de la prevista ayuda a los países en desarrollo. «Ellos son los que pagan, por lo que no nos queda más remedio que esperarlos», sintetizó otro delegado europeo. Los mecanismos compensatorios previstos por el protocolo de Kioto de 1997 han sido un fracaso hasta ahora porque no han estado presentes ni el Gobierno ni las empresas estadounidenses.
«Los otros esperan que nosotros ofrezcamos unas cifras, pero la decisión aún no se ha tomado», dijo el jefe de la delegación de EEUU, Jonathan Pershing. Los senadores votarán en una fecha aún no decidida, pero que será entre enero y abril, un programa de desarrollo energético que incluirá un compromiso para reducir emisiones de CO2.
La última propuesta, presentada por el senador demócrata John Kerry, obliga a EEUU a reducirlas un 10% en el 2020 con respecto a los niveles del 1990. Es más ambiciosa que el plan anterior, pero a cambio ha tenido que incluir contrapartidas para los estados agrícolas del Medio Oeste, los más díscolos, y ha abierto una vía a la construcción de nuevas centrales nucleares.
Las oenegés lamentan que la propuesta de Kerry es inferior incluso a los objetivos que acordó Kioto para EEUU, pero en absoluto es fácil de cumplir. Como Washington se ha puesto las pilas tarde, sus emisiones ya han crecido un 17% con respecto a 1990. De hecho, el esfuerzo reductor hasta el 2020 será comparable al de la UE, que se ha comprometido a pasar del 7% actual al 20%.

Por Antonio Madridejos
Fuente: El Periódico.com

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