
Retorno del Cóndor al mar
En la octava liberación, dos cóndores más vuelan libres en el cielo de Sierra Pailemán.
Se trata de un Programa Binacional de Conservación Cóndor Andino (Argentina – Chile), llevado adelante a través de la Fundación Bioandina Argentina y el Zoológico de Buenos Aires.
«La danza de los cóndores volvió a conmover el cielo de Sierra Pailemán», expresó emocionada Vanesa Astore, la jefa de conservación del Zoológico de Buenos Aires, abriendo el encuentro del viernes por la tarde en el que se realizó la liberación de dos nuevos cóndores andinos que forman parte del proyecto «El Retorno del Cóndor al Mar».
Es que esta vez, a la buena nueva de las liberaciones de ´Ullpu´ y ´Konkachilla´, dos hembras de un año y medio y un año, respectivamente, se sumó otra noticia que llenó de alegría a la comunidad mapuche y de orgullo a los integrantes de esta iniciativa que busca recuperar una especie que hace 170 años reinaba en la zona y actualmente se encuentra en peligro de extinción.
Fue al anochecer, durante la vigilia protagonizada por los mapuches, los científicos y aquellos que llegan cada año como simples espectadores para ser testigos de la conmovedora suelta de las aves recuperadas o criadas en cautiverio por los miembros del ´zoo´.
En esa noche previa a la liberación, todos ellos acompañan a los miembros del pueblo originario que alrededor de una fogata aguardan el alba ´cargando´ de oraciones las alas de los cóndores, para darles la fuerza que necesitan para emprender el vuelo y para asegurarse de que los pedidos y agradecimientos de la comunidad lleguen a oídos de ´Futachao´, el Altísimo, ya que para esta cultura estas aves que vuelan más alto que ninguna tienen la misión de unir al elevarse la tierra con el cielo (Ver recuadro).
Cortejo y asombro
Durante esta vigilia, «Pailimín» y «Wichi», un macho que fue liberado en la primera suelta de aves realizada en diciembre de 2003 y una hembra que fue puesta en libertad en 2005, iniciaron la ´danza de cortejo´ que culminó con su apareamiento, ante el asombro de los presentes que, ocho años después de iniciado el proyecto, pudieron ver sobre el trasfondo inmóvil de ese cielo que 170 años atrás fue el testigo habitual de esa danza, activarse nuevamente el maravilloso mecanismo de perpetuación de la especie.
«Al danzar, el macho se estira y expone su cuello y su pecho, balanceándose de derecha a izquierda mientras se acerca a la hembra, para luego fruncir las plumas del vientre, abanicar suavemente la cola y elevar las alas por sobre la espalda en señal de cortejo. Si ella responde a la danza, está preparada para la cópula, entonces el macho se monta sobre ella por uno de los costados y acerca su cabeza a la cabeza de la hembra, que responde picoteándolo en señal de afecto», explicó Astore.
«Lo maravilloso es que el jueves por la noche «Wichi» y «Pailimín» movidos por la fuerza del instinto repitieron esa danza ante todos nosotros, de la que nacerá un nuevo descendiente de estos cóndores recuperados en el marco del proyecto», apuntó la jefa de conservación del zoológico.
Con este venturoso marco, la liberación de las dos nuevas aves que tuvo lugar a partir de las 13 fue una de las más emotivas realizadas hasta ahora.
Otras comunidades
Esta vez, los representantes de las comunidades aborígenes ´qom´ originaria de Chaco y de la comunidad ´quechua´ que llegó de Buenos Aires fueron los que acompañaron a los mapuches y formaron parte de la ´rogativa´ que precedió a la suelta y que este año, luego de las palabras iniciales de la ´abuela Teresa´ (la ´machi´ mapuche que arribó especialmente desde Viedma) estuvo oficiada por el ´lonco´ Gustavo Sardina, hijo del ´Taita Carmelo´ que por razones de salud no pudo presidir la ceremonia.
«El amor pudo verse anoche (por el jueves) en este cielo, y es un acto de amor liberar a estos cóndores, para que transmitan a los dioses que finalmente tomamos el buen camino, y que estamos contribuyendo a sanar a la ´pachamama´ (madre tierra)», expresó el lonco durante la ceremonia del viernes.
Luego, ante los presentes que -dispuestos en círculo- rodearon el pequeño altar compuesto por objetos que representaban a la ´Pachamama´ y a la fogata encendida por la ´machi´ Teresa, el ´Lonco´ y sus acompañantes recorrieron la rueda de espectadores tocando instrumentos de viento y percusión.
«Mantengan los ojos cerrados y piensen en aquellas cosas con las quieran ´cargar´ las alas de los cóndores, que fueron dotadas de fuerza por el rezo realizado anoche por nuestros hermanos mapuches, para que ellos eleven sus pedidos y agradecimientos», expresó Sardina.
Después, llegó el momento de dispersarse y fijar la mirada en las alturas, orientándola hacia la ´plataforma de liberación´, el espacio creado en la cumbre de la ´Sierra´ por los profesionales del proyecto para albergar transitoriamente a las aves durante el período de adaptación al medio previo a su liberación, que finalmente abriría sus puertas para dejar en libertad a ´Ullpu´ y ´Konkachilla´.
Por VANESA MIYAR
vanesamiyar@hotmail.com
Diario Río Negro On line
El ruego mapuche
¿Porqué la comunidad mapuche rinde tributo a los cóndores? En cada liberación del ave andino no quedan ausentes las sentidas ceremonias de los pueblos originarios. Los integrantes de la comunidad mapuche de Viedma, que estuvieron en la liberación, explicaron el objetivo de las ceremonias ancestrales en las liberaciones de las majestuosas aves que ellos llaman en su lengua «Maikes».
La abuela Teresa Epulef, integrante de la comunidad mapuche urbana de Viedma, Monguel Mamuell, en castellano Vive mi Raíz, no estuvo ausente y fue activa partícipe de la rogativa.
Desde hace años que vive a pleno cada liberación, y explicó que con las rogativa le dan fuerza a los cóndores «que año a año se multiplican y van a muchos lados buscando su lugar», explicó. Pero también el ruego es para expresar al hombre que el cóndor fue amigo de las ceremonias y que aún sirven para dar «ánimo a la gente para que entienda que fueron nuestros, la Meseta de Somuncura era donde vivían y se ausentaron».
«Ullpu» y «Konkachilla» y el arte de aprender a volar
Dudando, efectuando leves planeos para acostumbrarse al contacto del viento que por primera vez sintieron palpitar en la plenitud de sus alas desplegadas, los cóndores «Ullpu» y «Konkachilla» realizaron pequeños vuelos que los mantuvieron cerca de su plataforma de liberación, que abandonarían luego al sentir renacer la confianza suficiente en ese medio que les pertenece por naturaleza. Es que las dos hembras recuperadas en el marco del proyecto «El Retorno del Cóndor al Mar», organizado por el Zoológico de Buenos Aires y la Fundación Bioandina Argentina, tuvieron que atravesar algunos obstáculos antes de formar parte de la octava liberación que el viernes pasado realizaron los profesionales que forman parte de la iniciativa.
«Ullpu», de un año y medio, fue recuperada en junio de 2008 luego de que las autoridades de la dirección de fauna de su Jujuy natal dieran aviso a los integrantes del zoo acerca del hallazgo de un cóndor juvenil con dificultades para movilizarse.
Enseguida, la hembrita fue trasladada a esa institución donde se efectuó su rehabilitación, ya que afortunadamente el ave sólo poseía problemas relacionados con su bajo peso.
El caso de «Konkachilla» fue diferente, ya que este ejemplar de un año es hija de una pareja de cóndores que son utilizados como reproductores por los profesionales del proyecto y nació de un huevo que fue incubado artificialmente en el zoológico de La Plata. Luego de ser alimentada a través de títeres que representaban a sus padres y permanecer más tarde en un recinto con adultos de la especie para adquirir comportamientos afines, «Konkachilla» estuvo lista para ser liberada junto a la hembra jujeña.
Las aves (identificadas con la banda ´lar´ 30 en el caso de ´Ullpu´ y con la 31 en el de la proveniente de La Plata) permanecieron durante los meses previos a su liberación en la ´plataforma´ de Sierra Pailemán, un recinto compuesto por una estructura de madera protegido por media sombra en el que se las mantuvo para habituarlas a las condiciones naturales del lugar.
Antes de liberarlas, los alumnos de la escuela hogar 69 del paraje protagonizaron el viernes la habitual ceremonia que consiste en arrojar plumas de cóndor desde la cima de la sierra, un simbólico ritual tendiente a multiplicar como antaño el vuelo de estas aves por la zona.
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