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El fin de las grasas trans para los alimentos argentinos

Según un estudio, esta ley  evitará 5000 eventos cardiovasculares y 1500 muertes por año.

Desde hace algunas semanas ya entró en vigor de la prohibición de producir y comercializar alimentos con grasas trans, cuyo consumo sostenido amenaza la salud cardiovascular.  Un estudio del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) sobre esta modificación del Código Alimentario Argentino proyecta que la medida permitirá evitar anualmente más de 5000 complicaciones cardiovasculares y 1500 muertes por enfermedad coronaria.

Con eso, el equipo liderado por el doctor Adolfo Rubinstein calcula que el sistema sanitario se ahorraría cada año hasta 100 millones de dólares o unos 860 millones de pesos en tratamiento y control de esos pacientes.

Las llamadas “grasas trans” no existen en la naturaleza. Se obtienen al ser intervenidas químicamente en un proceso de hidrogenación, en el que someten los aceites vegetales a temperaturas y presiones muy altas. Este tipo de grasas semisólidas se comenzaron a usar a principios del siglo pasado porque permitían producir alimentos a nivel industrial de manera económica, les otorgaban buen sabor y se conservaban por mayor tiempo. Pero. todo tiene un pero. Si bien en un principio se creía haber descubierto una clase de grasa más saludable que las saturadas provenientes de los animales, se comenzó a investigar su incidencia en enfermedades cardiovasculares.

Los resultados de este trabajo mencionado, que es el primero en su tipo en un país en desarrollo, muestran también que el reemplazo de esas grasas con aceites “más amigables” para el corazón, como el de oliva o girasol, permitirá prevenir casi 3000 infartos y más de 1000 casos de angina inestable en un país con 100.000 eventos cardiovasculares por año en la población adulta.

“La eliminación de las grasas trans tendrá un gran impacto en la salud pública e implica un importante ahorro de dinero para el sistema de salud. En poblaciones de nivel socioeconómico más bajo, donde el consumo de grasas trans es mayor, este efecto podría ser mucho más grande”, aseguró Rubinstein. Además, continuó, “es una medida sumamente efectiva porque es universal y llegará a toda la población, incluidos los chicos.”

Actualmente, los cinco grupos de alimentos con mayor contenido de grasas trans son los baños de repostería, los productos de panadería, los alfajores, las barritas de cereales, las galletitas y los platos precocidos. Así lo demuestran los datos preliminares de un relevamiento de 528 productos en las góndolas de una de las principales cadena de supermercados que realizó la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) Argentina.

“Estas grasas trans tienen efectos adversos para la salud: la evidencia científica vincula el consumo de ácidos grasos trans de origen industrial con alteraciones del metabolismo de lípidos en la sangre, inflamación vascular y desarrollo de enfermedades cardíacas, cerebrovasculares y renales”, explicó el Ministerio de Salud a través de un comunicado de prensa en el que, también, se atribuyó la investigación del IECS sin haber participado ni mencionar a sus autores.

Ahora: ¿cómo serán reemplazadas? El aceite parcialmente hidrogenado se cambiará por aceite de girasol de alto oleico, aceite de oliva o por aceites interesterificados, que sufren de otro proceso del que se sospecha que también podría ser nocivo para la salud, pero que pueden tardar en comprobarlo. Por eso es importante fijarse en las etiquetas. No es ninguna novedad que la industria de los alimentos prioriza el beneficio económico antes que la salud. ¿O no creímos durante años que las barritas de cereal que comprábamos en el quiosco eran lo mejor para nuestra dieta? Somos nosotros los que tenemos que elegir los productos más naturales, los que tengan menor cantidad de conservantes y “resaltadores de sabor”, entre otros ingredientes. Las grasas trans se encuentran (¿encontraban?) en productos de panadería, alfajores, barritas de cereales, galletitas, snacks, comidas rápidas, postres o helados, alimentos fritos y platos precocidos. ¿Estará la industria dispuesta a invertir en mejorar el contenido y la calidad de los productos?

Según el médico Luis María Delupi, que expresa su desconfianza en la industria alimenticia, no existe el prohibido en una alimentación con consciencia. “Se trata de elegir lo que es más conveniente para mí, los demás seres vivos, el planeta, etc. Sin consciencia se terminará eligiendo otra “cosa” que tal vez genere más daño aún”. El doctor recomienda una alimentación predominantemente a base a frutas y vegetales crudos, semillas, germinados y brotes, frutos secos, algo de cereales y leguminosas, algas, hongos, etc. Alimentos fisiológicos en los que podamos verificar que su esencia natural no fue modificada. Palta, aceituna, almendras, nueces, semillas de lino, chía y girasol, son fuentes de grasas saludables.

SIN SORPRESAS

La norma no toma por sorpresa a la industria alimentaria. Hace cuatro años, una modificación del Código Alimentario fijó los límites máximos permitidos de grasas trans, que se desarrollaron como un reemplazo saludable (por su origen vegetal) de las grasas de origen animal. Luego, se comprobó que también eran peligrosas. Hoy se sabe que el consumo de 5 gramos diarios es suficiente para elevar un 25% el riesgo cardiovascular.

Desde la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), acompañaron la iniciativa “de trabajo conjunto entre el sector público y privado para lograr alimentos que contribuyan a beneficiar la salud, previniendo las enfermedades crónicas no transmisibles”, indicó la directora de la entidad, Mercedes Nimo, a través de un comunicado.

Para la proyección, el IECS revisó todas las publicaciones sobre el consumo de grasas trans del período 2003-2004 (equivalía a 1,5% de las 2000 calorías diarias), consultó con especialistas en el proceso de reconversión industrial, epidemiólogos, médicos y nutricionistas, y con los datos del estudio Cescas I sobre la población adulta argentina, estimó el riesgo cardiovascular. Los valores de consumo de grasas trans y el efecto de su eliminación en el riesgo sirvieron para estimar el impacto económico. Esa información la calibraron con los datos de mortalidad de la Dirección Nacional de Estadísticas e Información de Salud. “Estimamos el escenario más conservador”, dijo Rubinstein sobre el modelo construido con el economista Ulises Garay y la nutricionista Natalia Elorriaga.

“La Argentina es el primer país en desarrollo que verdaderamente elimina las grasas trans de productos como política de salud pública”, dijo el doctor Marcelo Tavella, docente e investigador de la Escuela Superior de Ciencias de la Salud de la Unicen. “Tendrían que empezar a verse en un año los resultados, y de 4 a 5 años los efectos completos. Ahora, el desafío es aumentar la producción de aceite de girasol alto oleico para satisfacer la demanda interna y, también internacional, que es alta.” La doctora Verónica Schoj, directora ejecutiva de FIC Argentina, aclaró que la norma rige para los productos elaborados a partir del lunes próximo. “Celebramos lo logrado, pero vamos por la fiscalización e implementación completa de la norma con asistencia técnica a las pymes”, indicó. Para los consumidores, aconsejó empezar a leer las etiquetas, donde dice grasas totales y grasas trans. “Que elijan ya las que dicen cero”.

+ info >> http://nutriendo-jl.blogspot.com.ar/2014/05/los-problemas-de-la-grasasgrasas-trans.html

fuentes: Oh la lá! y La Nación.

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