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El legado de una civilización naturalista

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En el artículo anterior hablamos sobre la naturaleza de la fuerza, y eso nos lleva a preguntarnos cómo esa fuerza corporal puede ser desarrollada.
Vamos a buscar el origen del desarrollo corporal conciente algunos milenios atrás, por lo menos unos cinco. Imaginemos el contexto cultural en una comunidad sedentaria, por lo tanto básicamente agrícola, no guerrera y matriarcal (es muy común que estas características vayan de la mano en las sociedades de la protohistoria). La vida estaba llena de afanosos quehaceres para procurarse el sustento y abastecer al grupo familiar. Probablemente, las tareas físicas durante el día eran numerosas y de eso dependía en muchos casos la subsistencia.
Hay registros que indican el carácter profundamente naturalista de estos pueblos. Ellos observaban la naturaleza y aprendían de su entorno vital. De la civilización dravídica o harappiana, que floreció a las márgenes del río Indo aproximadamente tres mil años antes de la era cristiana, se encontró gran cantidad de sellos de esteatita que nos dan indicios de cómo habría sido la relación del hombre con la naturaleza. Uno en particular muestra la imagen de un hombre sentado en posición de meditación, rodeado de animales salvajes. Este personaje se llamó Pashupate, rey de las fieras, y pasó a ser una de las múltiples facetas de Shiva, el creador mitológico del Yôga. Ahora, Shiva también era considerado un virtuoso bailarín de la época, lo cual nos proporciona una pista: tal vez había una conexión directa entre la observación de las bestias salvajes en su medio natural y la danza. Es posible que los hombres y mujeres de aquellas sociedades primitivas prestaran atención al movimiento de los animales como fuente de conocimiento e inspiración para expresarse ellos mismos. La imitación de la forma de moverse de los animales les habría enseñado algunas cosas:
que podían permanecer mucho tiempo inmóviles en una posición determinada, y aún así reaccionar ante el menor estímulo con total conciencia de sus movimientos, fuerza y flexibilidad, sin necesidad de precalentar la musculatura en absoluto.
que ningún animal hace movimientos repetitivos que cansen y estresen la musculatura para “entrenar” o mantenerse en forma.
que cada vez que un animal terminaba un período de descanso, por corto o superficial que fuese, se estiraba hasta llegar gradualmente al punto de solicitar todas sus fuerzas y permanecía en el punto culminante por algún tiempo, para pasar a otra posición siguiendo el mismo procedimiento, dos o tres veces más, hasta poner en pleno funcionamiento esa maquinaria prodigiosa que es el cuerpo.
Siguiendo estas espontáneas lecciones, esos hombres de la antigüedad habrán descubierto la mejor forma de desperezarse, mantener la musculatura tonificada, los reflejos aguzados, el metabolismo dinámico. Esa sabiduría fue preservada y organizada, y hoy se conoce con el nombre de Método DeRose.

Prof. Yael Barcesat
Más sobre el Método DeRose:
www.métododerose.com.ar

One Comment

  1. Lucila

    14 May 2010 at 19:28

    Es una lástima que este brasilero llame con un nombre milenario (YOGA) a una combinación de movimientos mezcla de capoeira, baile clásico y cirque du soleil. Nada que ver con el Yoga. Me dá un poquito de horror. Cuanto comercio. Y qué hace esta nota acá. Más publicidad y comercio supongo.

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